COMAN, BEBAN Y FUMENCE LO QUE LES DE LA GANA...

La siguiente historia es producto de hechos de la vida real. El escenario de éstos fueron principalmente en las Lanchas de Cataño y son contados por un ex empleado de éstas.

Resulta ser que en una ocasión vino un rico gringo a pasar unas vacaciones a Puerto Rico. El mismo, era un hombre de una avanzada tercera edad. (70...años) ¡Quedó perfectamente hipnotizado con nuestra pasada isla, entrando la decada de los 90's!

El mismo llevaba por nombre Fred Horn Barrett. Éste decidió venirse a retirar a Puerto Rico, luego de vender su empresa funeraria en New York.

No necesitaba trabajar, pero muy pronto se percató de las icónicas lanchas de Cataño. Fred, tenia licencia para pilotear tanto embarcaciones de 100 toneladas o más incluso, también tenía licencia de piloto comercial y buzo.

Con la idea de sentirse útil y a la vez convertir su pasión y hobby en entretenimiento, decidió probar suerte y solicitó empleo en la Autoridad de los Puertos como Capitán de embarcaciones y fue aceptado. No sabía absolutamente nada de español. 

Aún así, muy pronto se hizo entender por todos. Aunque en ese entonces habían muchos de sus nuevos amigos y compañeros de trabajo que eran bilingües.

Fred según era muy exigente con su trabajo así también o peor lo era con su salud y el tipo de comida que ingeria. 

Subway abre sus puertas en el muelle 2 del Viejo San Juan, lugar de atraque de las lanchas de Cataño. ¡Y Fred vio la Gloria! Pues era 100% vegano.

Se pasaba el día entero aconsejando a sus compañeros de trabajo sobre nutrición y los daños que causan el alcohol y el tabaco. 

Había veces que los sacaba por el techo, pues la cantaleta cuando veía sus compañeros comiendo comida chatarra o fumando era insostenible.

Pasaron los años muy rápido. De la forma que se dio, nunca quedó clara. Pero el gringo y viudo Fred se había enamorado de una joven mujer, y la misma le correspondió a éste.

Éstos finalmente unieron sus vidas y la Sra. Horn quedó embarazada de un niño. Evento que renovó y llenó de alegría al ya anciano hombre.
No había duda alguna que su saludable estilo de vida había dado frutos.

Enamorado del verdor de Puerto Rico y sus grandes posibilidades de cosechar sus propios alimentos, le regaló una finca con una excelente residencia a su esposa en el pueblo de Comerio.

Allí cosechaba y disfrutaba con su niñito de la hermosa propiedad junto a su esposa y una mascota.

Mientras en su trabajo no dejaba de predicar su sermón casi diario de comer y vivir una vida de forma saludable, libre también de alcohol y tabaco. 

A las horas de almorzar o cenar dependiendo del turno que le tocara, mientras sus compañeros marinos se hartaban de comida chatarra usted veía a Fred o comiéndose una ensalada o un sándwich en pan integral repleto de todos los vegetales de Subway. Nunca nada de refrescos o café, sólo agua.

Según él desde muy joven tomó el control de su nutrición perfeccionandola tanto en el ejército como el haber estado por más de cuarenta años cerca de la muerte recibiendo el impacto que le causaron miles de cadáveres que habían fallecido por toda clase de nefastas y mortales enfermedades. 

Éstas le obligaban casi automaticamente a velar toda clase de artefacto nutricional que pretendiera ingerir por su boca.

Cuando más feliz se sentía, el destino le jugó una mala pisada al humilde flaco y espigado gringo Fred.

Resulta ser según me contaron que una tarde jugando con su niñito y su mascota en su finca ésta se les fue por un barranco. 

Acto seguido para evitar que su niñito rodara también por el precipicio tratando de salvar su perrito, Fred trató de bajar por el mismo. No bien dio el primer paso rodó risco abajo.

Paramedicos y personal de manejo de emergencias se encontraron con innumerables inconvenientes en el diabólico barranco para salvar a Fred.

Éste finalmente fue rescatado con vida y trasladado al Hospital de Veteranos. Perdió toda la movilidad de su cuerpo y nunca volvió a salir de dicho hospital.

Fueron muchos los meses que allí pasó. Una tarde lo fue a ver otro Capitán de apellido López que siempre tuvo buena química con él ya que López dominaba muy bien el inglés y aún con la diferencia de edades compartían muchas cosas en común.

Esa tarde Fred le envió una nota con López a todos sus compañeros de trabajo en las lanchas de Cataño. La nota decía y cito: "Estimados compañeros coman, beban y fumence lo que les de la gana. Yo perdí parte de mi juventud y toda la vida cuidandome y perdiendome de disfrutar de muchísimos placeres y miren como estoy pasando los últimos días de mi vida".

Al día siguiente, Fred Horn Barrett falleció. Viejo, tus compañeros de trabajo te desean de todo corazón que descanses en paz. Gracias por tu desinteresada amistad.
                       

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